Hace 10 años, cuando comenzaba mi andadura en el mundo de las telecomunicaciones, los grandes fabricantes norteamericanos (por ejemplo Cisco), en plena burbuja de Internet, no escatimaban recursos para convocar masivas invitaciones en hoteles de muchas estrellas para compartir sus innovaciones y lanzamientos entre abundantes canapés. Después la burbuja explotó y hubo que replantear la idea. Primero bajando la categoría de los hoteles, después, pasando a utilizar las instalaciones propias y finalmente hasta eliminado los canapés.
Con el paso de los años, y de forma paralela el concepto de Internet se iba desarrollando, la tecnología avanzaba y comenzaban a surgir las herramientas colaborativas, que permitían conectar a múltiples usuarios en distintas ubicaciones con la posibilidad de compartir información de forma sencilla. El viejo Netmeeting, que nunca llegó a despegar, se veía superado por aplicaciones más potentes. Entre ellas, una tomó especial relevancia y popularidad, webex, fundamentalmente gracias a su adquisición por parte de Cisco.
Su máquina de marketing, sin duda una de las más exitosas de la última década, promocionaba una revolución en las formas de comunicación abanderada por webex. Se ahorraban pesados viajes y abundantes costes con este tipo de herramientas de nueva generación que además gozaban de facilidades de interacción entre los usuarios. El mensaje fue calando poco a poco pero sufrió un auténtico impulso con la llegada de la crisis económica mundial. La idea de recortar gastos era perfecta.
Así las cosas en los últimos tiempos todas las grandes compañías han optado por el formato “webinar” para la difusión de contenidos, un aspecto fundamental para un mundo tecnológico en constante renovación. No es raro encontrarse por la mañana al abrir el correo con varias convocatorias de este tipo para las próximas semanas. Convocatorias que siempre nos recuerdan la facilidad y comodidad de “ponerse al día” de forma remota, sin desplazarse a ningún sitio, sin alterar nuestra rutina diaria.
Sin embargo, mi sensación y la de muchos con los que he compartido estas sesiones, es que la metodología webinar es un fracaso. Sin olvidar que puede tener cierta funcionalidad como forma de compartir aclaraciones o pequeños mensajes informativos, el formato webinar se constata con una herramienta excesivamente limitada que ha de ser comprendida.
En primer lugar hay que recordar la finalidad de este tipo de comunicaciones. Anuncios, lanzamientos, mensajes al fin y al cabo de ventas, que por naturaleza han de ser impactantes, llamativos. Otra veces, explicaciones técnicas, arduas y densas por naturaleza, que requieren buena y clara presentación para su comprensión. Altos requisitos que ponen el nivel de exigencia muy alto para la herramienta designada para este uso.
En los aspectos técnicos, el vídeo, todavía no suficientemente integrado, supone una carencia importante, las imágenes son parte clave en la transmisión del mensaje. El sonido, mejor solucionado a día de hoy, dista de ser de una calidad reseñable y hasta en ocasiones resulta enlatado.
Los oradores, el aspecto más olvidado. Sentado en tu mesa, con los cascos, viendo como pasan las diapositivas que recita una voz monótona en inglés y con marcado acento (ya sea hindú, americano,...) mientras suena el teléfono o alguien viene a preguntarte, un panorama desolador. Otro escenario, sala compartida con otros, una gran pantalla y horas de sesiones eternas con muchas muchas transparencias. No es lo más apropiado para quedar impresionado. Si ya resulta difícil realizar una buena presentación con público presencial, en un entorno mucho más limitado, las habilidades requeridas para que el orador consiga atraer la atención del oyente se multiplican...
Conclusión, la abundancia del webinar esconde un modelo fracasado de comunicación, muy limitado en su concepción, que con el tiempo y la mejora de la tecnología (mayores anchos de banda, vídeo, sonido de mayor calidad) podrá ofrecer una experiencia más positiva para el usuario. Mientras, sin embargo, se requieren alternativas más óptimas para el traspaso de información, ya sea ésta técnica o comercial.