En estos tiempos no es fácil encontrar una superproducción, y más si está basada en algún héroe de cómic, que valga la pena (a excepción del Batman de Nolan), y por ello Iron man fue una grata sorpresa. Su éxito de crítica y público aseguró una secuela que finalmente hemos podido ver en 2010.
Iron man 2 parte teóricamente de las mismas bases que su predecesora e incorpora fundamentalmente dos personajes de alcurnia, Mickey Rourke, resucitado para el cine tras su papel en El luchador, y la exuberante Scarlett Johansson.
Sin embargo pronto se percibe algo distinto y es que Iron man 2 reniega de la más importante apuesta del original, un planteamiento coherente, con bastante empaque. John Favreau se traiciona así mismo con una secuela entretenida y con buenos efectos pero intrascendente y vacía.
El único aspecto enriquecedor es la aparición de un fascinante Mickey Rourke capaz de conquistar a la cámara, confirmando que su regreso es una de las grandes noticias de los últimos años. En su contra, Scarlett, oh Scarlett!, deambula perdida por un film y un personaje en los que no encaja. La lástima es que su personaje además anula el potencial del binomio que conforman Robert Downey Junior y Gwyneth Paltrow, que por cierto sí encuentra su sitio como Pepper Pots.
Hay un dicho que dice que segundas partes nunca fueron buenas, y Iron man lo cumple a la perfección.
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