Completada la segunda temporada de esta serie española, revelación con su primera entrega y confirmación gracias a su continuación.
Las intrigas basadas en personajes llenos de claroscuros, de las que ya hablé en su momento, se erigen en claro eje de desarrollo de las tramas del pueblo hispano que trata de revelarse frente a la ocupación romana. Consecuencia de esta acertada apuesta, que dota a la serie de una madurez y consistencia inusitadas, es, probablemente, el paso definitivo de Viriato a un segundo plano. Nada de protagonista estelar sino más bien todo lo contrario, está ahí, participa de las tramas y juega un rol relevante en cuanto a líder guerrero de los hispanos, pero estamos ante un relato coral, mucho más apto para giros argumentales, para engaños, acuerdos secretos, chantajes,...
No solo el guión es un acierto, también lo son los actores. Roberto Enríquez, pese a protagonizar en un segundo plano cumple a la perfección. Sandro, sorpresa inicial ha estado esta temporada lamentablemente más en un segundo plano, aunque igualmente acertado. Evolución positiva, hay que decirlo de Paulo (Juanjo Ballesta) que tras lastrar la primera entrega, ha sabido adaptarse y cuajar una aceptable actuación en la segunda. En el bando hispano, encontramos la mayor decepción en Alejo, el personaje más cerca del estereotipo y cuya supervivencia es un recurso forzado para utilizarle de malo malísimo cuando conviene.
En la parte romana, excelente sigue Galba, el más carismático del elenco y notables Jesús Olmedo y Nathalie Poza.
En resumen, gran segunda temporada, corta, pero intensa, confirmación de una de las mejores series españolas de los últimos años.
La tercera temporada, pese a la poco comprensible reducción de la audiencia (el publico español es difícilmente predecible), ha sido confirmada. La esperaremos con muchas ganas.
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