En las últimas semanas de 2009 se estrenó “Un lugar donde quedarse” , lo nuevo del director de films como Camino a la perdición, Revolutionary road y la conocida American beauty. Un nuevo trabajo con el que abandona terrenos conocidos para adentrarse en la comedia romántica de tintes independientes.
Una pareja descubre que está embarazada y decide contárselo a los padres de él, de los que viven muy cerca. Éstos sin embargo aprovechan la ocasión para decirles que se marchan a vivir al extranjero. La soledad con la que de repente se encuentran los dos jóvenes les hace plantearse cuál es el mejor sitio para criar a su hijo y deciden emprender un viaje por varias ciudades con el objetivo de encontrarlo.
Ya desde el planteamiento inicial podemos apreciar la poca solvencia del título. Las intenciones de Sam Mendes son claras, la ambientación, los dos protagonistas principales y otros detalles rápidamente nos presentan una comedia romántica, con rasgos de melodrama y con un punto de reflexión. El problema es que todo se ampara en un guión lejos de las expectativas. Carente de la personalidad, chispa e ingenio necesarios para enganchar al espectador, trata de resolver sus debilidades sacando a relucir continuos despropósitos y elementos surrealistas.
El conjunto de personajes secundarios que desfilan en cada ciudad visitada por los futuros padres se convierte en una sucesión de disparatados individuos sin la menor gracia y atractivo.
Sólo el esfuerzo de Mendes en lograr un montaje dinámico y con ritmo logra que la espera hasta la siguiente escena sea corta y consiga mantener al espectador delante de la pantalla.
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