martes, 18 de enero de 2011

[Cine] Todas las canciones hablan de mí

El pequeño de los Trueba debuta en la dirección tras colaborar en varios films, entre los que destaca El baile de la victoria, con esta película concebida según su creador como "una comedia romántica, con un punto melancólico y nostálgico".

La historia parte del momento en que Ramiro y Andrea se separan tras varios años de relación. Una ruptura a la que no saben muy bien cómo han llegado, de hecho siguen quedando en ocasiones.

A partir de aquí, y entre encuentros y desencuentros con Andrea, el relato se centra en Ramiro, quien compartirá sus dudas con sus amigos y tratará de conocer nuevas chicas e incluso de recuperar viejas amistades. Experiencias que le harán pensar en su antigua relación y por qué termino.

Jonás Trueba traza esta pequeña película desde un punto de vista reflexivo, renunciando a convencionalismos y estándares, para apostar por un film más personal. Valiente propuesta que le granjea el beneplácito de quienes huyen de comidas vacías y absurdas. Ramiro nos acerca a esos momentos en los que rompimos con nuestra pareja y buscamos olvidar aunque no queríamos... Hasta aquí lo más positivo de este título.

En el debe de Todas canciones hablan de mi, las carencias de un director novel, con buenas intenciones pero que es incapaz de sostener el nivel de forma constante, pérdidas de ritmo que afectan al resultado. Hay partes insignificantes, que no dicen nada, sin intensidad. El mismo título, resulta llamativo pero cuesta verle algo de sentido.

Parte de las debilidades del film radican en su protagonista, un Oriol Vila titubeante, con el que no empatizamos y cuya sintonía con Barbara Lennie es más que dudosa, pese a que a ella la vemos bastante más asentada en un papel a su medida y poco explotado.

Sensación por tanto agridulce la que nos deja Todas las canciones hablan de mi. Sensación de un director incipiente, con ideas interesantes que contar, de apuestas valientes, pero al que le queda camino por recorrer, no cabe duda.

Una escena para recordar, el alegato final, algo inconexo con el resto de la historia (llegamos a él un tanto súbitamente) pero motivador y optimista.

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