martes, 24 de noviembre de 2009

Si la cosa funciona, Woody Allen se enreda en su propio estilo


Woody Allen da por terminado su irregular periplo europeo y vuelve a su hábitat natural, Nueva York, con su última película, Si la cosa funciona. No sólo retorna a su ciudad fetiche, también recupera su clásico papel protagonista, excéntrico e irreverente, esta vez interpretado por Larry David.

Allen parece darse cuenta de que sus fieles echan de menos los tópicos de su personal cine y los vuelve a poner en pantalla... diálogos ácidos e inteligentes, mucha crítica social a la América profunda y distante de la gran manzana, son los principales ejes del film.

Sin embargo, desde los primeros minutos se percibe que éste es un título menor en la carrera del prolífico director, carente de los mimbres necesarios para atrapar al espectador. Como si lo advirtiera, Allen trata de dar una vuelta de tuerca, optando por tintes surrealistas, que lejos de mejorar entorpecen el resultado...

En resumen, el genio de Woody Allen se atasca en su regreso a Nueva York, aunque recupera sus esencias no logra la brillantez y descaro de anteriores éxitos. Un traspiés que se perdona, tiene mucho crédito ganado.

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