Está claro que desde Gladiador, el dúo formado por Ridley Scout y Russell Crowe está de moda y se entiende a la perfección pues ya van unas cuantas colaboraciones juntos. Bien es cierto que Scout necesitó del traspiés de El reino de los cielos para darse cuenta de que Crowe está por encima del resto en este tipo de papeles de carisma, aventuras y épica. Robin Hood es su último proyecto hasta la fecha.
Hollywood no deja de sorprendernos con su preocupante falta de ingenio y creatividad. Robin Hood es clara prueba de ello. Uno de los directores de más prestigio y reconocimiento mundial de la actualidad y uno de los actores más emblemáticos de la última década acaban involucrados en la enésima revisión del mito para crear otra de sus películas de acción. De verdad no había otra historia que contar?
Scout parece ser consciente de ello y tiene claro que hay que ofrecer al público algo diferente, un título que aparte alguna novedad y así, su príncipe de los ladrones no es tal, o dicho de otro modo, nos cuenta su vida previa, los antecedentes del personajes, cómo acaba convirtiéndose en Robin Hood.
A su favor cuenta con la destreza con que Scout es capaz de plantear este tipo de historias. Domina como pocos la combinación de escenas de acción con otras más íntimas. Es capaz de lucir bellos paisajes junto a grandes batallas, planos que siempre sobrecogen al espectador.
Otro de los puntos fuertes de Robin Hood es el reparto. Mark Strong es un notable villano y William Hurt engrandece como nadie su pequeño papel. Por su parte Cata Blanchett esgrime cualidades y demuestra nuevamente que es una de las mejores actrices del panorama actual. Junto a ellos, Russell Crowe, auténtico estandarte del héroe épico de acción. La edad comienza a pasarle factura pero sigue siendo valor seguro. Enrome.
La parte negativa, como muchas veces ocurre, está en el guión cuyos principales defectos son las escasa brillantez en los diálogos y los malabrismos con los que intenta sustentar esta versión de la gestación del mito. Tampoco está al nivel esperado la relación entre Robin y Marian, falta pasión y emotividad.
A las carencias del guión se une una dirección a cargo de Scout, que pese a superar a muchos, no alcanza el vigor e intensidad de Gladiador, comparación inevitable. Nuevamente esto deviene de un libreto donde Robin Hood acaba siendo protagonista forzado pues hay varios personajes igualmente importantes en la historia de lucha contra los franceses. Esta moralidad deja en ocasiones a Robin en un segundo plano con lo que el relato pierde energía e intensidad.
En definitiva el Robin Hood de Ridley Scout es un Robin diferente al que conocíamos y que decepcionará a quien buscaba una versión clavada del estilo Gladiador, sobre todo por el lastre que supone un guión lleno de malabarismos e imperfecciones. Aún así este Robin tiene la firma de un gran director y como consecuencia nos deja secuencias e imágenes por las que merece la pena ver la película, si además consideramos el gran reparto con Russell Crowe a la cabeza. A la salida quedará para nuestra imaginación cómo habría sido la auténtica versión del mito Robin Hood con Crowe y Scout a los mandos.
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