Una película más de boxeo, de combates heroicos, de historias reales de superación llevadas a la pantalla que sirve para constatar que Mark Wahlberg carece del carisma necesario para dar vida a un personaje protagonista, y que Amy Adams puede hacer mucho más que comedias ñoñas. Pero sobre todo para ofrecer a Christian Bale un papel donde sacar lo mejor de sí mismo, hacernos olvidar que es Batman, y convertirse en un triste y vicioso exboxeador que a su manera trata de ayudar a su hermano por el duro mundo del boxeo. Magnifico, merecido Oscar.
Por lo demás, el film se ciñe a sus intenciones, sin estridencias, con un planteamiento sobrio y una buena puesta en escena, pero incapaz de despertar nuestras emociones, que asisten algo apáticas al discurrir de la historia.
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