En la misma Plaza del Ayuntamiento de Gijón se encuentra La Galana, uno de esos puntos de encuentro típicos de esta ciudad asturiana. El local se divide en dos espacios. A la entrada la concurrida zona de tapeo, perfecta para degustar unas tapas regadas con una buena sidra escanciada. Al fondo, el restaurante de techos más altos y menos bullicioso. Paredes en tonos ocres combinadas con numerosos elementos en madera, como las cajas llenas de botellas de sidra. Una decoración propia de esta región de España completada con un par de detalles de modernidad... un centro de mesa en cristal con una flor natural suspendida en agua, y techos pintados en estilo contemporáneo...
Estuve al mediodía y, aunque había menú a 18 euros, preferí explorar las posibilidades de la carta, era mi despedida de la ciudad tras varios días de trabajo con pocas posibilidades de probar la gastronomía local. Las raciones resultan atractivas y después de sopesarlo bastante opté por el pulpo salteado de setas y algas. De segundo rodaballo salvaje con calamares (originalmente presentado) y a los postres, una tarta de queso de la casa.
Todo estaba bueno sin ser excepcional. La copa de albariño de la casa, apropiada. El servicio numeroso y correcto, aunque algo descoordinado.
La cuenta salió por 44 euros, incluyendo copa de vino, agua y café. Considerando el plus de comer sólo y su ubicación en pleno centro neurálgico de Gijón, se comprende, aunque por calidad es algo caro.
En resumen, La Galana es una referencia básica para visitantes de la ciudad, cómoda por la ubicación y con una sugerente carta. Para quienes busquen algo más económico, pueden quedarse en la zona de tapeo o pasarse por la cafetería/restaurante del Hotel Asturias, justo al lado, que ofrece un menú nocturno de 3 platos y postre por 11 euros.
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