martes, 29 de septiembre de 2009

Malditos bastardos, cine Tarantino demasiado irregular


Acabada la saga Kill Bill, el carismático director Quentin Tarantino vuelve a escena con la esperada Malditos bastardos, su primer trabajo con Brad Pitt. Situada en la Segunda Guerra Mundial, Malditos bastardos nos cuenta por un lado las hazañas de un grupo de despiadados soldados judíos encargados de causar terror entre las filas nazis al tiempo que la venganza de una joven francesa cuyos padres fueron presa de los alemanes. A diferencia de lo habitual en estos casos, Tarantino no busca el rigor histórico sino una sátira de la guerra desde su particular punto de vista. Para ello hace uso de la estructura por capítulos que ya explorara en Kill Bill.

La escena inicial basta para conocer las intenciones del director, los puntos fuertes de la película y sus debilidades. En ella podemos apreciar momentos Tarantino como esas escenas a cámara lenta con una cuidada melodía de fondo, o la imponente resolución... Pero también apreciamos a un director que se gusta rodando, que alarga las escenas y se pierde en diálogos en los que esta vez falta mucha mucha chispa. Tras este inicio, la presentación de los bastardos es un claro ejemplo del tipo de cine que ha hecho mundialmente conocido a su director... Sin embargo a partir de aquí, cambia el tono, y la película se pierde entre eternas escenas con algunos momentos brillantes pero sin un rumbo claro. Y es que Tarantino no consigue hilvanar una narración cohesionada, navega entre dos historias que se dejan ver gracias a su talento innato pero cuyo resultado está lejos de deslumbrar al espectador.

Por otro lado, la falta de intensidad deriva en un... dónde están los bastardos? Y es que la que se suponía iba a ser una historia fundamentalmente basada en las tropelías de estos crueles y malvados soldados aliados, se convierte en otra cosa, en una conspiración para acabar con los principales líderes nazis, con dos vertientes independientes que acaban por confluir, y donde los bastardos no son sino simples anécdotas. Caso por ejemplo del Aldo Raine interpretado por Pitt, que se queda en mero secundario.

Y es que, sorprendentemente, el dueño de la película es Christoph Waltz y su Hans Landa, verdadero protagonista y deslumbrante papel todo en uno. Memorable interpretación. Toda la crítica coincide... También me parecen interesantes las aportaciones de Mélanie Laurent y Diane Kruger, ambas féminas rinden a un buen nivel en sus respectivos papeles. Mención también para el polifacético Daniel Brühl.

En resumen, Malditos bastardos es una irregular película en la que Tarantino deja su impronta, y unos cuantos buenos momentos, pero nada más. Su excesiva duración, su poco descaro y una narración que no encuentra su equilibrio entre las dos historias principales, convierten a Malditos bastardos en un paso atrás en la carrera del director de películas míticas como Pulp Fiction.

1 comentario:

rfh dijo...

Hola, la combinación no es brillante, como comento, esperaba más la verdad pero al menos tiene algunos momentos muy Tarantino.

Gracias por el comentario.