viernes, 4 de mayo de 2012

[TV] Los tres fallos garrafales de El número uno


El número uno, una de las grandes apuestas televisivas de Antena 3 esta temporada, parece seguir los pasos de Toledo, la serie histórica que recientemente ha sido cancelada tras sus decepcionantes datos de audiencia tras un inicio prometedor.

Antena 3 puede sumar de no corregir la trayectoria un segundo y notable fracaso consecutivo rompiendo una positiva racha con éxitos como Bandolera, Hispania o El secreto de Puente Viejo. 

Analicemos los fallos de El número uno: 

Paula Vázquez. Una de las mejores presentadores de TV de los últimos años, personaje televisivo de renombre. Su salto a Cuatro, considerado por muchos como arriesgado, se saldó con el buen resultado de Fama a bailar. Adaptada a la perfección a un programa de enfoque distendido y juvenil se convirtió en uno de los grandes valores del concurso. Su marcha fue claro signo del inicio del declive. En El número uno, se contaba con ella con la intención de que fuera igualmente uno de sus grandes pilares. sin embargo, Paula no encuentra su sitio, se muestra acelerada y exagerada, por no hablar de su vestuario, claramente fuera de lugar. El jurado campa alegremente por el programa, anulando su rol. Su sintonía con los concursantes es escasa. 

El jurado. Uno de los grandes valores promocionales vendidos por El número uno fue la composición de un jurado profesional que otorgara un enfoque serio al programa. Las apuestas, Miguel Bosé, Bustamante, Sergio Dalma, Ana Torroja y Natalia Jiménez. El resultado no puede ser más desalentador, nada parecido a un jurado serio y respetable. Bosé, convertido en espectador visceral, convierte sus intervenciones en alegatos fanatizados. Bustamante, ajeno a los concursantes, se consagra a mostrar su condición de supuesto sex symbol. Natalia Jiménez convierte su espontaneidad en vulgaridad. Torroja se muestra falta de carácter y solvencia en sus valoraciones. Sergio Dalma, simplemente no encuentra su hueco en el espectáculo desmedido de sus compañeros, en especial del dúo Bosé-Bustamante.

El horario. Una vez más, un clásico de este tipo de programas. Lastrado por el peso actual de El Hormiguero, algo previsible y conocido de antemano, El número uno no se encomienda a una dinámica rápida y comedida en duración. Un programa con tantas carencias se puede ver hasta el final si acaba pronto no por encima de la una de la madrugada.

La parte positiva para el grupo televisivo es que sus campañas promocionales consiguen atraer el interés de la audiencia (los buenos datos iniciales de audiencia lo demuestran). El problema es que después el producto ha de valerse por sí mismo.

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