Celda 211 se convirtió en 2009 en la revelación del año en el cine español. Una producción modesta aplaudida por crítica y público, que muchos aprovecharon para castigar y denostar la valentía y ambición de Alejandro Amenábar y su Ágora.
La película nos plantea una cárcel con presos en situación precaria, con ánimos de rebeldía e insumisión ante unos funcionarios cuestionables. Uno de ellos, a punto de incorporarse, se ve involucrado en la revuelta que se acaba organizando.
Con estos mimbres, Daniel Monzón construye un film trepidante e intenso, con momentos brillantes gracias al trabajo de Luís Tosar. La narración transcurre con ritmo, salpicada de correctos flashbacks. La parte final pierde parte de fuerza, aunque eso sí, Monzón se siente libre para terminar la historia sin concesiones.
En el reparto, deslumbra el ya mencionado Luís Tosar, que no desaprovecha un papel hecho a su medida. Genial, lástima que su importancia se vaya diluyendo en la segunda mitad. El debutante Alberto Ammann sorprende y cumple notablemente sin dejarse apagar por el fenómeno Malamadre. Antonio Resines, sin embargo, no acaba de encontrar su sitio, mientras que los trabajos de Marta Etura y Carlos Bardem han sido claramente sobrevalorados por el efecto Celda 211, puesto que ambos pasan de puntillas por el film, sin dejar clara huella de su presencia.
Celda 211 es por tanto, un notable trabajo, que aprovecha al máximo sus pocos recursos y demuestra que el cine español puede ser mucho mejor de lo que es si aplica las recetas apropiadas. Gran trabajo el de Daniel Monzón y para el recuerdo Luís Tosar y su Malamadre.
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