Tras la decepcionante T5, de la que poco se puede salvar si no es su parte final y que de hecho estuvimos a punto de abandonar, hemos comenzado a ver la T6. Como esperaba, sensaciones contradictorias. Hay tramas sin sentido, exageradas, mientras que otras veces la serie recupera el equilibrio de ritmo, intensidad y emotividad que la lanzó a la fama. La fusión con el otro hospital, uno de los grandes acontecimientos de la T6, no ha sido bien plasmada y la aparición de nuevos residentes ha sido cuando menos confusa.
Lejos queda ya la T1, los inicios de una serie que apostaba por un toque humano y cercano, en ocasiones demasiado contemplativo. Con la T2 y la T3 llegó la madurez, mayor intensidad y también más comedia. Después, poco a poco, se ha ido notando el desgaste del paso de temporadas, y con él, más superficialidad y populismo, más irregularidad que la alejan de sus mejores momentos.
Veremos cómo sigue la T6, queda margen de esperanza, alguna posibilidad de recuperar el esplendor perdido, la esencia, algunos capítulos llevan a pensarlo. Otros sin embargo nos convencen de que los cirujanos del Seattle Grace deben pensar en retirarse.
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