No es lo normal, las series que perduran suelen arrancar sobre buenas bases y conseguir en sus primeras entregas algunos de sus mejores resultados.
Pero a veces ocurre, los guionistas poco a poco encuentran el camino de la excelencia, saben exprimir las grandes bazas del material que tienen a su disposición, consiguiendo que la serie crezca desde su factura original.
Éste es el caso de El Mentalista, un formato que brilló en sus principios gracias a un personaje central, ecléctico y bien interpretado, pero que después se había estancado. Los secundarios no aportaban al conjunto, las tramas pasaban sin cautivarnos,... En mi caso, continué viéndolo por inercia, porque me entretenía lo justo para pasar el rato... Eso sí, estaba bastante abajo en mi lista de prioridades...
La temporada 3 está siendo sin embargo una grata sorpresa. Vistos los 10 primeros capítulos, las sensaciones son bien diferentes a las entregas pasadas. Desde el primer episodio, se percibe un cambio de intensidad. Con la ayuda de la historia de fondo, el caso de John el Rojo, el producto retoma cotas calidad olvidadas. Asumidas las limitaciones de un reparto y unos personajes justitos (a destacar una Lisbon, Robin Tunney, de la que se esperaba mucho más), la serie se vuelca en su protagonista, el icónico Patrick Jane (Simon Baker), un perfil realmente logrado, para crecer... Junto a él, las tramas de cada episodio se vuelven más interesantes, más ingeniosas.
En definitiva, salto de calidad de El Mentalista en su tercera temporada que esperemos mantenga hasta el final.
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