M. Night Shyamalan es sin duda uno de los mas carismáticos directores de los últimos años, pocos lo pueden dudar. La trayectoria iniciada con la sorprendente El sexto sentido ha ido incorporando títulos que aunque no siempre han tenido el apoyo de la critica si han definido el estilo de un director muy personal, algo poco habitual en estos dias.
Por todo esto, cuando se supo que Shyamalan se incorporaba al proyecto de llevar a la pantalla The Last Airbender, una serie animada de éxito en los EEUU, las expectativas creadas fueron muchas. El talento del director con todos los recursos de una superproducción eran una combinación con mucho potencial.
El resultado final ha sido todo lo contrario, un aluvión de criticas que probablemente acabe con la posibilidad de seguir con otra entrega. Veamos los motivos.
Lo mejor del film es la puesta en escena, Shyamalan concentra todos sus esfuerzos en lograr una impactante factura visual, plagada de efectos especiales, y lo consigue.
Sin embargo, es el guión el gran problema de Airbender. La historia comienza con demasiados antecedentes que contar y que el director no consigue resumir de forma acertada. Después, la partitura no sabe sintetizar los momentos importantes, salta de un punto a otro del relato sin encontrar el punto adecuado.
La consecuencia es que el espectador no se engancha al film, asiste desilusionado a una sucesión de escenas inconexas, carentes de personalidad e intensidad, que para colmo acaban de forma brusca emplazándonos a su secuela.
En definitiva, mal experimento para Shyamalan, que seguro aprenderá de sus errores. Y es que pese a todo, es un director que debe ocupar un lugar trascendente en los próximos años cuando reencuentre su camino.
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