La serie de Antena 3 acabó ayer a lo grande, reivindicando su estilo, su valentía, su forma de hacer las cosas, tan diferente a la que nos tiene acostumbrados la televisión española. Y es que el episodio final fue demoledor, consistente y sin concesiones. Si la semana pasada me planteaba/dudaba si sus creadores sabrían mantener sus señas de identidad hasta el final, ayer no dejaron lugar a dudas.
Final fiel a su estilo, un estilo plagado de influencias de dos grandes títulos del cine, Braveheart y Gladiator.
Capítulo que también sirvió homenajear a Lluís Homar y su fascinante Galba, una interpretación memorable, que quedará en los anales de la ficción española. Oscuro y maléfico al tiempo que altamente creíble, un deleite. A su lado, un buen reparto que le facilitaba el trabajo.
Únicamente dos sombras encuentro en Hispania. Una, Viriato. Roberto Enríquez se esfuerza en sostener el personaje clave de la serie pero desde los primeros episodios se evidenció que no era uno de los pilares del resultado. Enríquez no es capaz, pese a que lo intenta denodadamente, de aportar la intensidad y carisma que el histórico hispano requerían y en este último tramo ha afectado a la emotividad de la serie.
Dos, la falta de recursos de la producción. Nada se puede achacar aquí a los creadores sino más bien a Antena 3, que no supo confiar plenamente en la serie desde el inicio. Confiemos que en el spinoff esto se resuelva...
Ahora a esperar la llegada de Imperium, que tras la introducción vista tras el final de Hispania ofrece buenas sensaciones, más historia romana, más intrigas, traiciones,....
Lo dicho, mi enhorabuena a todo el equipo de Hispania, a ver si cunde el ejemplo...
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