Antes de las Navidades tuve tiempo de ver uno de los grandes estrenos de 2011, Super 8. Película escrita y dirigida por el omnipresente J.J. Abrams y producida por Steven Spielberg.
“Ohio (Estados Unidos), 1979. Un grupo de seis niños quiere rodar una película casera de zombies con una Super 8 cuando tiene lugar un accidente de un tren procedente del Area 51, que descarrila y deja libre su carga. Muy pronto, tienen lugar una serie de fenómenos extraños en el pueblo y todo parece indicar que se trata de una criatura extraterrestre.” Wikipedia.
Partiendo de esta línea argumental Abrams diseña una película entretenida, con dosis de acción controladas y cuyo mayor mérito es una notable puesta en escena inspirada, de forma evidente, en el estilo Spielberg de los años 80. La influencia del productor y su estilo ochentero va más allá puesto que el guión sigue las pautas de aquellos títulos mostrando una inocencia en los personajes impropia de la cinematografía actual.
En cuanto a los protagonistas, recaen sobre el grupo de niños el mayor peso del film, dejando en segundo término a quizás el activo más relevante de Super 8, Kyle Chandler (espléndido protagonista de Friday Night Lights), cuyo papel carece de consistencia.
Así, se puede concluir que Super 8 es una película que nos recuerda antiguos esplendores y nos trae a la mente un cine que teníamos casi olvidado, y lo hace con una buena puesta en escena y un ritmo sostenido, que facilitan el visionado. Sin embargo en la virtud está el pecado, ya que el guión anclado a las mismas influencias, adolece de vigor e intensidad, lo que impide que el film deje huella en el espectador.
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